miércoles, 14 de abril de 2010

Bacterias y Hongos en los ecosistemas acuáticos

Un ecosistema constituye un complejo universo de relaciones entre los seres vivos y el medio inorgánico en el que viven. Esta complejidad está absolutamente abierta a las influencias externas, pero a su vez es capaz de un alto grado de autorregulación. El equilibrio de estos sistemas es siempre dinámico ya que los factores que interactúan en ellos (luz, temperatura, nutrientes, etc) experimentan continuamente oscilaciones más o menos amplias. Sumemos a ello la intervención humana.

Bacterias y hongos son parte fundamental de cualquier ecosistema. Según Ellemberg, los microorganismos C-heterótrofos ocupan un lugar entre los "desintegradores" (aquí "mineralizadores"), pero también los encontraremos entre los "simbiontes" o los "parásitos".Un ecosistema puede comsiderarse completo sólo cuando cuenta con organismos C-autótrofos suficientes que obtienen la mayor parte de la energía que necesitan a través de la fotosíntesis, o sea, que son capaces de tranformar en parte en energía química la energía luminosa que les suministra el sol. En el agua, está función corresponden sobre todo a las algas del fitoplancton y las bacterias fotosintéticas sólo tienen un papel importante en casos muy especiales.Bacterias y hongos pueden utilizan materia orgánica en concentraciones muy bajas y así aprovechan la disuelta en el agua y que procede en su mayor parte de los productores primarios (fitoplancton), de animales y de la tierra firme cercana al litoral (sustancias alóctonas). Por este motivo, esta materia orgánica, que de otra forma se perdería, entra de nuevo en el ciclo de la nutrición.

Es muy importante por ejemplo la actividad de los hongos sobre la materia vegetal residual ya que son capaces de despolimerizar la celulosa y la pectina, con lo cual ablandan y ayudan a la descomposición de dicho material haciéndolo accesible para otros invertebrados que pueden así devorarlo.La energía ingresa en el ecosistema en forma de radiación solar y es fijada por los productores primarios en forma de energía química como sustancia celular propia para ser cedida a continuación, en gran parte, a la cadena alimenticia.

Los sedimentos marinos están poblados de bacterias y hongos hasta las profundidades abisales y los microorganismos están generalmente adsorbidos a las partículas del sedimento. Los estudios con microscopio electrónico demuestran que estos microorganismos viven preferentemente sobre surcos y agujeros de los granos de arena, donde tienen mayor protección contra las acciones mecánicas del movimiento. Las bacterias han desarrollado mecanismos de fijación muy eficaces (formas planas de las células, filamentos mucosos y fimbrias, etc). Aquí representan, como en el agua, un gran papel al participar en la remineralización de los compuestos orgánicos y en la nutrición de la fauna de los fondos marinos. Las cifras más altas de bacterias y hongos se dan generalmente en las capas más altas del sedimento (a pocos cm de profundidad)

Hongos Marinos

Los hongos superiores que según Meyers (1968) pueden considerarse estrictamente marinos son aquellos que viven preferente o exclusivamente en el mar, o se desarrollan de forma óptima en él en condiciones de salinidad entre 25 y 40/mil. No cumpliendo estas condiciones tendríamos que hablar de hongos halotolerantes, de probable origen terrestre, capaces de soportar la vida en el mar por más o menos tiempo.

Los hongos son organismos eucariotas (presentan verdadero núcleo) y, en su gran mayoría C-heterótrofos, por lo que necesitan materia orgánica para vivir. Los hay saprofitos, parásitos o parásitos facultativos. Presentan formas mucho más variadas que las bacterias y sus células son mucho mayores que las de éstas últimas. A menudo forman complejos órganos de reproducción.

Aunque hasta hace unos pocos años no se les ha prestado mucha atención, sabemos que están ampliamente difundidos por el medio marino y su importancia entre la microflora marina es incluso superior a la de las bacterias. Se han encontrado representantes de todos los grandes grupos fúngicos y está demostrado que una buena cantidad de ellos necesitan ClNa para subsistir por lo que sólo pueden vivir en el mar. Hay también muchos que son simplemente halotolerantes y de origen terrestre.

Cianofíceas Marinas

Las Cianofíceas o algas azules, por oposición a las algas verdaderas genuinamente eucariotas, son, como las bacterias, procariotas que tienen núcleo y plastidios sin membrana y les faltan las mitocondrias. Por esta razón se las conoce también como Cianobacterias.

Para la fotosíntesis utilizan los pigmentos clorofila a, B-caroteno y ficobilinas, que es otro detalle que las diferencia de casi todas las algas verdaderas y de las clorobacterias y las bacterias púrpura. Su morfología es muy variada (formas unicelulares, colonias, filamentosas …) y se reproducen por división celular. Pueden encontrarse libres o fijas sobre plantas o animales acuáticos o sobre sustratos inertes. Las hay también simbiontes de plantas y animales inferiores.

La gran mayoría de las cianofíceas marinas apenas se diferencian de sus parientes de agua dulce. Como en el caso de las bacterias, hay pocos géneros exclusivamente marinos (Trichodesmium, por ejemplo) y su importancia en los ciclos biológicos parece bastante menos considerable que las de las aguas continentales.

Bacterias Marinas

En las zonas cercanas a la costa, lógicamente, los bacterias encontradas guardan una relación más o menos directa con las de tierra, pero en mar abierto, sus características pecualiares hacen que podamos hablar con un poco más de consistencia de microorganismos autóctonos del mar. En realidad, el que sean generalmente halófilos y psicrófilos facultativos es la única característica que los distingue de especies terrestres directamente emparentadas y con metabolismos similares. Desde el punto de vista sistemático no se puede hablar de ninguna unidad específica ya que los microorganismos del mar se reparten en númerosos géneros y especies, incluyendo como ya hemos dicho, especies de tierra. De hecho, hay autores (Scholes y Shewan, 1964) que ponen en duda la existencia de bacterias específicamente marinas.

Una buena cantidad de bacterias marinas son halófilas, o sea, necesitan una determinada proporción de ClNa en el medio en el que viven (entre 25 y 40/mil) y no crecen, o crecen mal, en agua dulce. Se trataría en realidad según Larsen de organismos levemente halófilos (los halófilos moderados necesitan concentraciones entre 50 y 200/mil y los halófilos extremos entre 200 y 300/mil). Otra serie de ellas son simplemente halotolerantes y pueden crecer perfectamente en agua dulce.

Una gran parte de los organismos marinos se desarrollan perfectamente a temperaturas de entre 0 y 4ºC (psicrófilos) y aunque la temperatura óptima de desarrollo de muchos de ellos se encuentra entre 18 y 22ºC pueden también crecer bien a 0ºC o menos (psicrófilos facultativos). No se debe perder de vista que en un 90% del medio marino la temperatura habitual está por debajo de los 5ºC, lo que hace que los microorganismos psicrófilos tengan mayor importancia de la que se pensaba hasta hace poco.